Un hombre trabaja en una fábrica de chocolates como gerente, misma en la que ganaba lo suficiente para mantenerse y cubrir todas las necesidades de su pequeña hija e incluso a veces solía darle pequeños lujos pues ¿a qué padre no le gusta consentir a sus hijos? Además, solo la tenía a ella, no contaba con nadie más en el mundo.
Vivían muy bien en Líbano, pero desafortunadamente debido a la guerra tuvieron que refugiarse en Yarmouk y dejar toda su vida atrás. Sin un peso en la mano, el hombre comenzó a vender bolígrafos para poder alimentar a su hija.
De un de repente la vida nos sorprende o nos da golpes tan duros solo para demostrarnos a nosotros mismos cuan fuertes somos. Este hombre de ser un gerente y ganar muy bien, pasó a vender bolígrafos en la calle con su pequeña hija en brazos.
Además no tenían un techo en donde resguardarse, ni una cama cómoda como en la que dormían, tampoco comida ni la facilidad de asearse. Pero así como la vida nos arrebata todo de manera inesperada, también nos da grandes sorpresas como recompensa a todo nuestro dolor o lamentos.
En una ocasión en que el hombre se encontraba en las calles vendiendo los bolígrafos, un hombre de nombre Gissur Simonarson quien es activista de Noruega, se conmovió ante tal escena pues el hombre lucía afligido, descuidado, sus ojos reflejaban tristeza y mucha desesperación, además en sus brazos cargaba a su hija con profundo amor protegiéndola de cualquier peligro.
Gissur no dudó en tomar una fotografía para compartirla en sus redes sociales y así invitar a las personas a compartirla con el fin de hacerla viral y que el mundo entero concientizara sobre la situación que estábamos viviendo, pues la vida de los refugiados da un cambio tan drástico que ni siquiera podemos imaginarnos, aun así, al ver la situación muchos preferimos cerrar los ojos en lugar de abrir nuestro corazón y brindar ayudar conforme a nuestras posibilidades. ¨Vendedor anónimo¨ fue el nombre que recibió la fotografía y claro, esta tuvo muchas reacciones y comentarios.
Afortunadamente la intención de Gissur dio buenos resultados, tan buenos que propusieron hacer una campaña para donar un poco de lo que cada quien tenía, así el hombre podría volver a iniciar pero en lo que conseguía un trabajo, se le podía ayudar con un techo y comida, principalmente por su niña.
La generosidad de las personas alcanzó casi los 100 mil dólares, misma cantidad que fue entregada al vendedor.
Gracias a esas personas de buen corazón, padre e hija tienen un techo y una cama. No les ha hecho falta la comida e incluso ella ya asiste a la escuela. Inmediatamente se propuso buscar un trabajo y con el dinero que le ha quedado de los donativos, pretende ayudar a otros refugiados regresando un poco de la generosidad de la gente.
Actualmente con el dinero recaudado lo invirtió inteligentemente y abrió varios restaurantes donde trabajan personas refugiadas y aportan donaciones para los refugiados.
Abdul dijo:
“No solo cambiaron mi vida, sino la de mis hijos y las de todas las personas de Siria que he podido ayudar con trabajo y donaciones”.
¿Qué te parece esta historia? Cuando nos lo proponemos podemos lograr grandes cosas y cambios, basta abrir nuestro corazón y entregar un poco de lo que tenemos, porque recuerda que dar no te resta, al contrario, te multiplica.